jueves, 12 de febrero de 2015

"Flacos"

(Texto escrito para el catálogo de Hijos de Son Goku)



Flacos

Me imagino dos brazos. Dos brazos muy delgados. Cuatro brazos flacos. ¡Crack! Un crack de huesos que anuncia que algo ha podido romperse.

Pienso entonces en la expresión “agarrarse del brazo”. Y así, a pesar de la delgadez, se establece una relación sólida y muda.

Huesos como listones. Muchas de las piezas de María y de Jon están construidas con listones.

Desde que conozco a María me da la sensación de que sus estructuras pueden acabar rompiéndose. Una mirada despistada las ve tambalearse. Como si alguien se sentara en una silla y jugara en ella apoyando su peso sobre una de las patas y el resto quedaran en el aire. Parecen torpes, podemos creer que se desmoronan, que se caen. Pero no lo hacen. Existe una forma de estar, de moverse, de mirar y de hacer que las sustenta.

Sus dibujos pueden confundirnos también. La línea aparenta fragilidad pero la imagen es consistente, es compacta, es masa. Los cuerpos y el pelo. Me hacen pensar en un laberinto que se aísla del contexto y que te marea, pero en el que no te pierdes porque está bien ordenado. Hay un principio y un final. Es algo romántico, al fin y al cabo.

Un jardín de palmeras. Eso es romántico. Eso también. Un jardín organizado, donde las palmeras son poderosas. Un paraíso palmerístico.

-¿Sabes lo que significa paraíso? - le preguntó una vez.
-¿No significa "paraíso"?
-Significa "jardín tapiado".

Un jardín tapiado o un póster con sentido del humor, donde retumban gritos, fluorescentes y frases hechas. Cosas que escribe María.

Cola blanca que se seca y que engorda. Que une la madera. Los listones que no van a hacer crack. Siempre me ha sonado a leyenda que la cola blanca pegue bloques de madera. Hay que confiar.

Así construye Jon sus piezas también. Con cola blanca. Cola blanca, nata, madera, bizcocho. Nata, bizcocho, tarta. Tótems comestibles si tengo hambre, un faro a adorar que alumbra lo que quiero oír, un objeto abrazable de colores estridentes y extensiones simpáticas. Diamantes. Algo para morder, todo el tiempo. Se muerde con amor, con rabia y siempre con fuerza.

Me viene a la cabeza nuestra primera posesión, su ubicación, afuera, adentro, en el límite. Ese objeto, blando por lo general, que se acuna con afecto, que se ama y se mutila con excitación al mismo tiempo.

El contorno negro de los ojos de los osos panda. Eso también es importante. Las piezas de Jon están contorneadas, se sujetan a sí mismas, son microcosmos condensados y a la vez expansibles.

Entonces pienso en el paisaje que podrían habitar, en el deseo de estar en el lugar al que podrían pertenecer o el lugar que en sí mismas son. Se me ocurre que podría ser un paisaje en calma, donde hay un lago y el cielo es muy azul. Orillas de playas de mundos interminables. El espacio. Una constelación. La osa menor. También un paisaje bélico pero lúdico, donde lo que ocurre no ocurre de verdad. Estás a salvo y el movimiento siempre es lento. Haya guerra o paz. El masticar lleva su tiempo. 

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