Flacos
Me
imagino dos brazos. Dos brazos muy delgados. Cuatro brazos flacos. ¡Crack! Un
crack de huesos que anuncia que algo ha podido romperse.
Pienso
entonces en la expresión “agarrarse del brazo”. Y así, a pesar de la delgadez,
se establece una relación sólida y muda.
Huesos
como listones. Muchas de las piezas de María y de Jon están construidas con
listones.
Desde
que conozco a María me da la sensación de que sus estructuras pueden acabar
rompiéndose. Una mirada despistada las ve tambalearse. Como si alguien se
sentara en una silla y jugara en ella apoyando su peso sobre una de las patas y
el resto quedaran en el aire. Parecen torpes, podemos creer que se desmoronan,
que se caen. Pero no lo hacen. Existe una forma de estar, de moverse, de mirar y
de hacer que las sustenta.
Sus
dibujos pueden confundirnos también. La línea aparenta fragilidad pero la
imagen es consistente, es compacta, es masa. Los cuerpos y el pelo. Me hacen
pensar en un laberinto que se aísla del contexto y que te marea, pero en el que
no te pierdes porque está bien ordenado. Hay un principio y un final. Es algo
romántico, al fin y al cabo.
Un
jardín de palmeras. Eso es romántico. Eso también. Un jardín organizado, donde
las palmeras son poderosas. Un paraíso palmerístico.
-¿Sabes lo que significa paraíso? - le preguntó una vez.
-¿No significa "paraíso"?
-Significa "jardín tapiado".
Un
jardín tapiado o un póster con sentido del humor, donde retumban gritos, fluorescentes
y frases hechas. Cosas que escribe María.
Cola
blanca que se seca y que engorda. Que une la madera. Los listones que no van a
hacer crack. Siempre me ha sonado a leyenda que la cola blanca pegue bloques de
madera. Hay que confiar.
Así
construye Jon sus piezas también. Con cola blanca. Cola blanca, nata, madera,
bizcocho. Nata, bizcocho, tarta. Tótems comestibles si tengo hambre, un faro a
adorar que alumbra lo que quiero oír, un objeto abrazable de colores
estridentes y extensiones simpáticas. Diamantes. Algo para morder, todo el
tiempo. Se muerde con amor, con rabia y siempre con fuerza.
Me
viene a la cabeza nuestra primera posesión, su ubicación, afuera, adentro, en
el límite. Ese objeto, blando por lo general, que se acuna con afecto, que se
ama y se mutila con excitación al mismo tiempo.
El
contorno negro de los ojos de los osos panda. Eso también es importante. Las
piezas de Jon están contorneadas, se sujetan a sí mismas, son microcosmos
condensados y a la vez expansibles.
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